Trabajadores de Cafeterías Nebraska publican la receta de su salsa de mostaza en protesta por su cierre

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El pasado 11 de enero, las cinco cafeterías que la cadena Nebraska tenía en Madrid echaban el cierre por sorpresa. Entre ellas, las dos que había en la calle Bravo Murillo de Tetuán, en los números 109 y 291. Sus 92 empleados se han quedado en el paro, y como protesta por el cierre han decidido publicar en redes sociales la receta original de la popular salsa de mostaza de sus perritos calientes, un auténtico clásico de Madrid y de estas cafeterías, que contaban nada menos que con seis décadas de historia.

La receta se ha difundido a través de la cuenta de Twitter #Los92deNebraska, que pertenece a uno de los trabajadores despedidos y que desde hace unos días utiliza para difundir la situación de la plantilla de las cafeterías. Como hemos comentado, se trata de la receta original, la que se elaboraba en las propias cafeterías hasta hace unos años, cuando se prohibió su elaboración en ellas por el riesgo de salmonella. Desde entonces, la elaboraba una empresa a la que los propietarios de Nebraska dieron la receta para que la fabricase de forma industrial y la llevase a los locales ya lista para consumir.

La salsa se elabora con una mezcla equilibrada de mostaza alemana de la marca Kühne Senf (tiene que ser esa, con otras no sabe igual) y mahonesa casera. La proporción para la salsa es de 10 kilos de mostaza por cada 25 kilos de mahonesa. Para la elaboración de la mahonesa se necesitan las siguientes cantidades:

  • Dos cartones de huevos (cada cartón tiene generalmente 30 huevos).
  • 100 gramos de sal (se publicó originalmente que era 1 Kg de sal pero en la propia cuenta avisan del error)
  • 25 litros de aceite de girasol
  • 0,5 litros de vinagre

Evidentemente, la receta publicada es la que se utilizaba para conseguir grandes cantidades, y hay que adaptarla para su fabricación en cantidades aptas para el consumo doméstico.

Parte de la historia de Tetuán y de Madrid

El Nebraska de Bravo Murillo 109 abrió sus puertas en 1955 con la intención de traer a España el espíritu de las cafeterías americanas, con sus perritos calientes, sus hamburguesas y sus asientos tipo sofá enfrentados, pero sin dejar de lado los platos españoles. En ellas convivían los churros con las hamburguesas, y por su barra han pasado generaciones enteras de madrileños.

El grupo pasó por un bache hace unos años, cuando cerraron además del Nebraska de Bravo Murillo 109, el de Gran Vía 32. Esta última era una de sus cafeterías más emblemáticas, estaba situada justo enfrente del edificio de la cadena SER, y en ella acostumbraba a desayunar, comer o cenar gran parte de su plantilla.

Joaquín Luqui, Fernandisco o Iñaki Gabilondo se contaban entre sus clientes habituales, y era habitual ver en sus sofás charlando a periodistas con figuras del mundo de la cultura, el deporte o la política. Además, el Nebraska de Gran Vía 55 sufrió un aparatoso incendio en 2001, pero volvió a abrir después de las reformas necesarias para ponerlo de nuevo en marcha.

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Varios años después, Nebraska pareció remontar, y pronto comenzó el movimiento en el local de Bravo Murillo, que abrió de nuevo en el año 2010 completamente reformado. Incluso contaba con un mostrador en el que se podían comprar hamburguesas o sus perritos para llevar. El Nebraska de Gran Vía 32 ya no abrió más, y su lugar lo ocupa una tienda de una cadena de ropa.

Los 92 de Nebraska

El cierre de las cafeterías Nebraska la semana pasada cogió por sorpresa a sus clientes, y prácticamente también a sus empleados, que recibieron la noticia el día anterior.

Los gerentes de cada uno de los cinco establecimientos con los que todavía contaba el grupo en Madrid sí conocían desde el pasado día 21 de diciembre que la sociedad propietaria de la cadena, Blanco Hermanos, había pasado a ser propiedad de la gestora de activos Corpfin Capital, que se quedaba con los cuatro locales en propiedad que tenían las cafeterías en las calles Alcalá, Goya, Gran Vía y Bravo Murillo 109 (el del número 291 era de alquiler) por 14’48 millones de euros.

Desde entonces hasta el día del cierre, los trabajadores desconocían lo que iba a suceder con el negocio o con sus puestos de trabajo, aunque no tenían muchas esperanzas de que las cafeterías fuesen a seguir funcionando. Aunque algunos de ellos llevaban trabajando sólo unos años en Nebraska, en la plantilla había trabajadores con casi 40 años de antigüedad. Ya sin trabajo, mañana se reunirán con la sociedad que ahora es dueña de los locales, que planea arreglar y alquilar, para saber cuánto cobrarán de indemnización.

Fotos: Celia Tetuán

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